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Yolanda Bedregal
ACERCA DE YOLANDA BEDREGAL

EN MEMORIA DE YOLANDA BEDREGAL

Armando Soriano Badani

Yolanda Bedregal, la figura más importante de la poesía femenina de los ú1timos tiempos, ha callado su estro, dejando la luminosa estela de su prodigiosa y fecunda poemática.

Su eminente labor de poesía corrió paralela a su inquietante trabajo de narradora destacada. Así su novela “Bajo el oscuro sol” mereció el premio Erich Guttentag, mientras sus cuentos están escogidos en las principales antologías del género.

Su inspiración poética, se plasma inicialmente en “Naufragio” (1936), obra impulsada por las tranquilas emociones juveniles que fructifican en breves poemas en prosa, inspirados en la infancia. El tono confidencial se avecina al refugio de las primeras sensaciones que nos revela el olvidado mundo infantil. Su lenguaje de naturalidad y sencillez artística, tiene riqueza conceptiva, ornamentada armoniosamente por su expresión poética de rica imaginación y sensibilidad.

Su segundo libro “Poemar” (1937), vierte en su primera parte, delicados poemas que destacan la íntima y familiar temática, con acento tierno y reverencial. El sentimiento filial se exalta con sones laudatorios saturados de entrañable afección.

En la siguiente parte, su inspiración reitera ese retomo al pasado infantil, pletórico estadio de sugerentes y vívidos sucesos. Recupera el latente pretérito dulcificado por la añoranza. El libro se jerarquiza con los poemas que cantan la grandiosidad de la naturaleza, mientras en los poemas de impulso místico su acento se torna doliente, reposado, casi estático.

Su siguiente libro “Ecos” (1940) recoge versos pequeños, apretados, con brevedad en la extensión y amplitud en el concepto reflejado por los metafóricos giros que generan el vigor de una poemática sincera y desprejuiciada. Las ansias y las frustraciones se expresan con la áspera autenticidad domeflada por la radiante belleza de la alegoría.

El Año 1942 publica “Alamadía”, maduro batel que navega airoso por el mar de las ansias y de los ensueños. “Llegada y estación de la tierra”, “Aguayo”, “Elegías”, “Coloquio de soledades” y “Más allá de los nombres”, son las partes en las que está dividido del libro. Poesía intimista de inexcusable tono confidencial, que descama el misterio de los seres y las cosas transformados por el soplo de encanto que circula por sus versos.

Otros variados temas sobre el paisaje, expresan un exaltamiento afectuoso de nuestra tierra.
“Nadir” (1950) es el libro eminente de Yolanda Bedregal, donde se publican no pocos poemas de sus anteriores libros. Su poesía ha cobrado profundidad que no perece en el hermetismo, pues se levanta radiante con diafanidad comunicativa, a través de sus metáforas de dinámico impulso estético enmarcadas en una poesía sinfónica.

Verso libre con su mística interior que defiende la imagen de la poesía.

Sus voces cálidas y delicadas, cantan al dolor de la soledad que siempre es una herida en su predominante inspiración. El silencia y el olvido están presentes con dolido acento emocional. Ni aceptación resignada ni protesta rebelde, apenas una sensación de ausencia soledosa distante en el marco del pasado, recuperado bajo el fuerte soplo de su poder evocador de entrañable matiz melancólico.

En su último volumen “Del mar y la Ceniza”, “Alegatos”, “Antología”, destaca la temática del mar en ocho cantos que exaltan desde el “Flujo” pasando por el “Reflujo”, “Bajamar”, “Pleamar”, “Resaca”, “Mar absoluto”, “Imprecación”, para culminar en “Antífona”. Lirismo que asimila la descripción del mar como la proyección de un paisaje nacido desde la intimidad.

Paisaje y sentimiento que se plasman con prodigiosa identidad lírica, edificando una poesía de acento vigoroso:

“Oh mar, tumba naciente / Recógete en mi sombra/ que se proyecta móvil desde la borda en sombra”.

En “Alegatos”, su lirismo se acentúa tornándose más subjetivo e intimista. “Madurez”, revela en el encanto de sus acentos, el vigor expresivo que es la tónica dominante en toda su poesía.

“El cántaro del angelito” (1970), es un libro de poemas infantiles que canta con delicado acento didascálico de proyección moralizante, al entrañable espíritu de los niños. Esta poesía tiene el encanto y la frescura que encierra su musical expresión.

La obra poética de Yolanda Bedregal está consagrada en una lírica de jerarquía, cuyos sones prolongan el prestigio de la poesía boliviana.

En esta hora de infortunio, la muerte liega imprevista, tronchando el frondoso y florido árbol de fecunda obra literaria, cuyo valor perenne permaneceré, con fuerza vital, en el colectivo espíritu del país.