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DE TIAHUANACU
Publicado en La Razón el 12 de junio de 1947
Hoy se publica el número 100 de nuestro Suplemento Infantil; no crean por eso que se trata de un centenario. No. Centenario quiere decir cien años y el Suplemento es como ustedes niño, alegre, activo, lleno de color, sin arrugas y hoy se ha puesto su mejor vestido. Para celebrarlo vamos a charlar sobre el Arte de Tiahuanacu.
Los chicos de La Paz, al ir a Copacabana, han debido ver aunque sea desde el tren que va a Guaqui, el pueblo y las ruinas de Tiahuanacu. Para los niños de las otras ciudades, vamos a hacer una rápida descripción de este lugar.
Lo que en Bolivia llamamos Altiplano es la región alta, plana, extendida entre la Cordillera como una gran sábana gris. Tan alta que las nubes parecen bajarse a ratos a jugar con las ovejas y con los yokallas que cuidan los rebaños. Tan grande que los indios que caminan arreando sus burros o sus llamas, son apenas puntitos que se pierden en la inmensidad. Solo cuando el viento abre los ponchos y los aguayos de los viajeros, se les ve moverse como florecitas rojas, verdes, moradas, amarillas.
Al Altiplano es frío. No produce sino pequeños árboles y quinua, cebada, papas, habas y manojos de paja brava que forman manchas de diferente color sobre el gris del paisaje. El sol, que como ustedes saben, es más brillante en la altura, pone un manto de luz en la pampa y la hace hermosa.
En mitad de este paisaje y no lejos del Lago Titicaca, los antiguos aymaras construyeron una ciudad con su palacio de piedra. Como los aymaras o Kollas vivieron antes que los Incas, y pasan miles de años, el palacio se ha destruido. Queda sólo parte de las gradas, unos postes, algunas estatuas y una puerta, todo de piedra. Estos restos se llaman las Ruinas de Tiahuanacu.
Las estatuas son las que conocemos con el nombre de Monolitos. (En la escuela les han enseñado que mono-sílaba es una sílaba; mono–lito quiere decir una piedra). Representan dioses y diosas gigantescas. La cabeza es cuadrada, lo mismo que la boca u los ojos; los brazos están doblados pegados al cuerpo; las manos tienen generalmente cuatro dedos. La “monolita” desenterrada hace pocos meses dicen que tiene cinco dedos. En la plazuela frente al Estadio pueden ver algunas de estas estatuas; no olviden de fijarse cuando vayan a algún match de fútbol o a sus ejercicios para el desfile.
La puerta que queda, se llama Puerta del Sol. Tiene unos tres metros de alto. Por un lado es lisa. Por el otro está tallada en su parte superior. La figura del centro es más grande y representa al sol; las otras son de guerreros. En los adornos hay cabezas de cóndor y puma. Todos los detalles están hechos con cuidado y delicadeza. De todas partes del mundo vienen los estudiosos para ver esta Puerta. Ahora están de moda aquí los anillos, aretes, prendedores con figuras copiadas de la Puerta del Sol. Una copia en estuco de esta famosa Puerta pueden ver en el Hospital del Banco Central, en la Avenida Arce. En estuco es fácil, pero ¿Cómo sería hacer en piedra?
Cerca de las ruinas está el pueblo de Tiahuanacu. La gente de allí, aún los chicos se ocupaban antes de buscar en el suelo objetos que quedaron enterrados. (Ahora está prohibido hacer excavaciones sin permiso). Los más estaban rotos o se rompían con los picos al cavar; son objetos de cerámica, es decir de barro cocido, muy hermosos de forma, de color y de calidad, vasos, platos, vasijas. Los más toscos son de color rojizo o negro adornados con rayas hechas con un objeto punzante sobre el barro antes de hacerlo cocer.
Los más finos parecen de porcelana, son también rojizos pero pintados con decoraciones negras, blancas, ocres. Uno de los adornos más usados son rayas en forma de escalera que llamamos “signo escalonado”; pero también se pintaban caras humanas, cóndores, pumas, pescados, pajaritos, lagartijas. Pidan un día a su maestra que los lleve al Museo Tiahuanacu para ver esas obras de arte.
Y si van al Museo, no se asusten de unos esqueletos envueltos en paja que verán allí. Los Aymaras y los Incas enterraban así a sus muertos en lugares llamados “chullpas”, especie de cementerios de piedras menudas.
Fuera de los restos de construcciones de piedra y de los objetos de cerámica, se han encontrado en Tiahuanacu y sus alrededores, objetos de oro, plata y otros metales: joyas, anillos, alfileres o topos, espejos de metal, juguetes, cascabeles, También instrumentos de música, pinquillos y zampoñas de material duro, armas, puntas de flecha y tejidos finos como seda y de colores firmes.
Los aymaras ni los Incas conocían la escritura. Así que para anotar fechas, acontecimientos, cuentas se valían del sistema de los “quipus”. El quipo consiste de varios cordones de lana atados juntos a un extremos. En los cordones que cuelgan pequeños nudos. Posiblemente la altura del nudo y el color de lana en que estaba hecho, significaba las diferentes palabras, sonidos o números que querían anotar.
Ahora vean los dibujitos y traten de reconocer en ellos las cosas que hemos mencionado. El que acierte a 8 bueno: a 6 regular y menos de cinco, malo. Pueden apostar con un compañero quien acierta más.
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