CONVOCATORIAS (1994)
VI
CONVOCO A LOS ÁNGELES DE MI MORADA
– desde el primero al último –
al recuento
de nuestra convivencia inmemorial
que minuto a minuto
va enmoheciendo.
Misteriosamente apretamos
- mutuo acuerdo –
lengua de espada
en vaina de silencio;
mas el delgado espacio
se destempla
en la discordia.
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Venid, espíritus tutelares; todos.
Si de llamar a alguno me olvidare,
golpead la sien apoyada en mi palma.
Os abriré la entrada
por dócil llaga mínima,
y en traspasada mano izquierda
clavo de Cristo anularemos.
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Ángeles olvidados,
estaréis ya viejos
cual pasas de uva rezumada;
encanecidas estarán vuestras alas
que inventaron
techo y umbrales
al extender urdimbre de zarcillos
sobre el amargo cielo
del primer exiliado.
Angeles inventaron columnas
levitando el peso
del brazo amenazante sobre Isaac.
Ángeles inventaron capiteles
sosteniendo los cascos
del caballo que a Buda sostenía
sobre espirales de aire.
Ángeles inventaron murallas
para defender el reducto del Sueño;
tendieron escalas
a los Séptimos Recintos.
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El ángel gris de la arena
y el verdeazul del agua
juntos se quemaron
en ladrillos
al fuego del sol vivo.
El ángel de los tallos esmirriados
endureció la muleta de sus hombros
en viga fuerte y en espalda
contra tormenta y huracán.
El ángel del metal
redujo escorias
mordiendo roca obscura
y triunfó reluciente en las batallas
contra rebeldes leyes.
Ángeles arquitectos, ángeles albañiles,
socios, cómplices y testigos
- sumisos, rebeldes, vacilantes-
a la plática, al recuento
de nuestra convivencia inmemorial.
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