NADIR (1950)
DOMINGOS
En las horas doradas de la infancia
era el sol del domingo hecho de miel;
fiesta de libertad en campo abierto,
crisálida, promesa, esquila en el pastal.
En la unidad feliz de nuestros padres
ponía la bandada de los seis
capitel en guirnalda de canciones
como una sola nube que reposa
sobre la doble cumbre de un altar.
Después fueron domingos de oro y plata.
Nos crecieron las alas a los niños.
La juvenil mirada de los padres
se abría como rosa de los vientos
para orientar la ruta adolescente.
Oro había en las glorias escolares,
en el flamante traje, el libro intacto.
Plata fue la quimera y la “saudade”,
el niño amor y la primera pena.
Hoy son de plomo los domingos:
La hoz de un amanecer segó la vida
del padre que era lumbre de los días.
La doble cima se quedó truncada...
La madre inclina su cabeza sola;
Llueven plateadas hebras en su pelo,
y el oro de otros días le decora
la austera frente en su mitad ausente.
Y temblando pensamos que la cumbre
que ya no vemos más la guarda ella
en el rincón más fiel de su cariño.
Hoy son de plomo los domingos.
Con seis hachazos a la misma hora
cayó el tronco y el nido y el racimo.
La luz huída y los recuerdos doran
este pesado plomo del domingo...
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