NADIR (1950)
INTIMA
Pastor de mi sangre es mi esposo
Cuando abre los ojos, el sol se levanta
y tibia la yerba se empina
cuando me acaricia.
Mi sangre es rosado rebaño;
lo apacienta, lo nutre y cobija,
lo abreva en un claro remanso de cielo;
lo guía por sendas de ignorada dicha
y, bajo una gruta o sobre un collado,
le enseña del viento los móviles giros
o del hilo de agua el fresco secreto.
Corderitos sumisos, mis pasos
siguen sus dulces consignas
al son de cencerros de luz matinal.
Pastor de mi sangre es mi esposo.
La ampara, la sacia, la aquieta.
Junto con las nubes la guía en los prados
pisando florcitas silvestres,
y bajo la luna le tiende una alfombra de plata.
En el mediodía, cuando el sol salpica
de brasas los ojos, pone la grey mínima
bajo el firme alero de su sombra erguida.
Cuando el día cae, mi pastor conduce,
como a un oleaje de arroyo
dorado en las crestas, su rebaño rosa
hasta las orillas del reino del alma.
¡Pastor de mi sangre es mi esposo!
¡Su pradera soy!
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