Volver Principal
Yolanda Bedregal
OBRA - POESIA - NADIR

NADIR (1950)

SURCO BENDITO

Tú que miras mi cuerpo turbado
por natural milagro,
no repares en la espiga ya plena
de la cintura rota
ni el andar vacilante de la raíz pequeña
que arrastra, al mismo tiempo, vida y muerte.
Es, pues, el mismo paso de la Tierra
al caminar en su órbita estelar.

No pises con tus ojos la intimidad henchida
porque es surco bendito leudando pan de amor.

En toda mujer grávida, perenne está la noche
del sueño primitivo, engarzando con sangre
la rúbrica gloriosa de un nuevo amanecer.

Su pupila es antena imantando la luz
para darla a otros faros en multiplicación.
La frente y los sentidos se le han volcado enteros
a la convexidad de la cámara sacra.

En el cuerpo anhelante
está el mar del recuerdo
y la montaña de la esperanza.

No palpes con mirada indiferente
las colinas a donde se encauza la Vía Láctea.

No rechaces la cara con sus velos parduscos,
empañando mejillas con nubes de futuro.
Ve en sus manos preludio de cuna desvelada
cuando reposan mudas en la curvada falda
amparando su fruto
por tan frágil, más dulce; por tan amargo, amado.

Con tu viril talento dignifica la entraña
Distendida en el arca vital, lleno de incógnitas.

Piensa en el sueño de las mujeres grávidas:
Sueños de muerte y resurrección;
imágenes de miedo buscando su refugio
a esta microscópica flora en boscaje de venas;
minúsculo esqueleto de ángel inmaterial,
y una enmudecida violencia
para gritar aleluya ¡aleluya!
saludando el quejido.

No deformes este vaso sagrado.
En efímera elíptica va componiendo el friso
de signos zodiacales en el ser;
así como al principio del mundo,
fijaba coordenadas la Creación.